Hace demasiado tiempo ya se ha hablado del necesario reordenamiento de la zona céntrica de Ciudad del Este, teniendo en cuenta que es un punto neurálgico del comercio regional, con una dinámica económica intensa que en las últimas décadas enfrenta serios desafíos en su infraestructura y planificación urbana.
El desorden en el tráfico vehicular y peatonal, junto con una logística comercial que colabora con el caos, afecta la competitividad y la calidad de vida en el microcentro.
Esto no es desconocido por nadie, incluso por los de la nueva generación que no experimentó el auge del comercio esteño donde miles de personas se concentraban en un mínimo espacio físico todos los días. De la misma forma, tampoco es nuevo esto de supuestos propósitos de mejorar el orden de circulación, pues hasta se había contratado a urbanistas internacionales para diseñar prototipos de soluciones, que dicho sea de paso costó muy buena plata a los contribuyentes, quedando en la nada.
Por ello, es fundamental implementar un ordenamiento real de esta zona estratégica.
El tráfico en el microcentro es uno de los principales problemas de antaño, así como el desinterés de las autoridades municipales y regionales en gestionar soluciones. La congestión diaria, la falta de estacionamientos adecuados y el uso indebido de espacios públicos por parte de comerciantes generan este contexto desordenado y poco atractivo tanto para propios como extraños.
La regulación del tránsito, el establecimiento de rutas específicas para el transporte de carga y la modernización de los accesos viales deben ser prioridades en cualquier plan de reorganización.
Asimismo, la logística comercial necesita una planificación más eficiente. La carga y descarga de mercaderías en horarios inadecuados, la ocupación descontrolada de veredas y calles, y la falta de infraestructura básica para el comercio formal perturban el desarrollo como corresponde del microcentro.
Ya es hora que las autoridades locales diseñen estrategias que permitan una coexistencia armónica entre el comercio, el tránsito y la movilidad urbana. Cualquiera que tiene dos dedos de frente y que se crea referente, tiene que estar guiado por la previsibilidad. Pero qué esperar de quienes no planifican más allá de llenarse los bolsillos.
La solución no debe limitarse solo a la zona céntrica. El crecimiento de la capital del Alto Paraná debe responder a un plan integral que contemple el desarrollo ordenado de todas sus zonas. Sin una planificación adecuada, el desorden seguirá expandiéndose a otros barrios, afectando el potencial de la ciudad como un polo comercial y turístico. De hecho que ello es notorio en casi la totalidad de las zonas.
Proyectar un crecimiento urbano equilibrado, con inversiones en infraestructura, transporte y servicios básicos que permitan mejorar la calidad de vida de los ciudadanos y fortalecer la economía local, deberían ser cuestiones tan comunes en el manejo de comunas.
Ciudad del Este necesita acciones concretas y sostenibles, no espectáculos circenses para persuadir a incautos, dar prioridad a la prioridad y dejar de lado gestiones “té de naranja” para aplausos de descerebrados.
Un ordenamiento real, no meros parches, convertirá a la ciudad en un destino más eficiente y atractivo para visitantes y residentes. Los dirigentes municipales deben asumir el deber de trabajar por una ciudad moderna, funcional y bien organizada.
Si no se es capaz de responder a las necesidades del presente, mucho menos se podrá con los desafíos futuros.