Luego de 15 años de haber despedido a su papá, Miguel Keim, pionero de la ciudad, Carmen Keim y su familia deben revivir su duelo al encontrar su tumba ocupada por otro difunto, en el Cementerio Municipal de Presidente Franco. Consideró este hecho como una profanación de la memoria y el descanso eterno de su padre. Con todos los papeles en regla, la mujer jamás imaginó que al visitar el camposanto en el Día de los Muertos, encontraría el lugar de su padre invadido por los restos de otra persona, una mujer desconocida llamada Concepción Samudio.
«¿Dónde voy a ir a rezarle a mi papá ahora? ¿Cómo es posible que la municipalidad simplemente autorizara algo tan atroz sin siquiera contactar a la familia?», son las primeras preguntas que se hace Carmen en medio de una tristeza que no parece tener consuelo. Según su testimonio, el vidrio de la tumba había sido roto en varias ocasiones y la imagen de San Miguel, colocado como símbolo de devoción hacia el difunto, era robado reiteradamente. «Como cada mes voy a limpiar y tengo todos los pagos al día, pensé que tal vez creyeron que ya nadie visitaba la tumba, porque no reparamos el vidrio la última vez», explica la afligida mujer, «¿acaso fue esa la señal que esperaban para arrebatarle el descanso a mi papá?», continuó.
A Carmen la recibió un sepulturero que, lejos de darle respuestas, terminó agravando su dolor. Le explicó que esto “suele pasar” y que los restos viejos se colocan a un costado en una bolsa o caja, como si se tratara de objetos sin valor, sin respeto alguno por quienes en vida fueron personas con historia, con familia. «Mi papá tuvo nombre, apellido y descendientes que lo querían. No es un desconocido, es pionero de la ciudad. No puede descansar en paz en un lugar que se paga cada año, como si fuera un alquiler, para que esté exclusivamente para él».
El desamparo administrativo y humano al que se enfrenta la familia Keim es perturbador. La mujer compartió fotos de los recibos de pago y lamenta la desidia de las autoridades, ya que, a pesar de abonar mensualmente para la limpieza y cuidado del espacio, el lugar estaba lejos de recibir el mantenimiento prometido. «Ellos me cobran G. 50.000 por usufructo de la tierra y otros G. 50.000 por supuesta limpieza y desinfección, pero nunca limpian. Soy yo quien va cada mes. Quizás pensaron que ya no visitábamos porque no arreglamos el vidrio. Pero eso no les da derecho de disponer de la tumba como si fuera cualquier cosa», lamentó.
La situación es tan desoladora que Carmen teme que la salud de su madre, de 78 años, se vea afectada. La mujer entró en un estado de tristeza y ansiedad, y temen que esta situación pueda cobrarle factura. Con un corazón lleno de angustia y una firme determinación, la mujer afirma que no se callará y que luchará por el descanso de su padre hasta el último recurso legal. “Voy a tratar de llegar a las instancias que sean necesarias, incluyendo al intendente Roque Godoy, para que la vergüenza que están haciendo en su municipio se escuche y se tomen medidas definitivas”, apuntó.
Otra interrogante que parecería no tener respuesta es saber qué pasó realmente de los restos de su papá y quién o quiénes autorizaron que lo saquen de su tumba para dar espacio a otro cuerpo.