
Si bien el desarrollo del Programa Hambre Cero en Alto Paraná no presenta mayores inconvenientes, al parecer, el principal problema reside en las empresas adjudicadas para proveer los alimentos en las diferentes instituciones educativas. Una de las empresas más cuestionadas es Ladero Paraguayo, que al momento de concursar garantizaba un servicio de “primer nivel”, pero todo indica que la misma se ve sobrepasada en su capacidad y no se destaca precisamente por la buena organización. Además, ya existen serios problemas con las madres contratadas para ayudar en la cocina.
El inicio del programa se dio hace tres semanas y pese a que no existen quejas de la calidad ni cantidad de los alimentos entregados, salieron a luz las condiciones precarias que la empresa Ladero Paraguayo brinda a las cocineras y madres que deben preparar, cocinar y entregar los alimentos a los alumnos. Adjudicada con 6 lotes en diferentes municipios, la empresa está a cargo de varias instituciones de gran concurrencia, teniendo bajo su responsabilidad el almuerzo de miles de estudiantes.
Así también, los improvisados comedores que fueron destinados para el efecto debiendo ser condicionados por la empresa, solo han sido cumplidos a medias, ya que todos los muebles utilizados para el horario del almuerzo, son sillas y mesas rejuntadas por los propios directivos y docentes, quienes también deben hacer malabares para ayudar a las madres, ante el desinterés y el mal servicio de la mencionada empresa.
Uno de los tantos ejemplos de este servicio mal hecho se pudo comprobar en la Escuela Augusto Roa Bastos, donde las madres contratadas por la empresa Ladero Paraguayo deben trabajar en precarias condiciones, más aun teniendo en cuenta la envergadura de la institución.
Pese a que los directivos sacrificaron aulas y espacios destinados para fines didácticos, la empresa sólo ha proveído de una heladera para refrigerar alimentos para más de 1400 alumnos. Si bien cuentan con alrededor de 5 congeladores, gran parte de los alimentos no pueden ser congelados.
Ladero Paraguayo debió montar el comedor y la cocina con mobiliarios, cubiertos adecuados, electrodomésticos varios y todas las comodidades mínimas tanto para el procesamiento de los alimentos como para la entrega final de los mismos. En comparación a otras escuelas que son proveídas por otras empresas, ésta es una de las más cuestionadas, por brindar un servicio pobre, con utensilios de mala calidad y desfavorables para la higiene.
Frágiles y precarios cubiertos de plásticos son utilizados para servir a los almuerzos. Estos materiales son de corta vida útil, ya que al poco tiempo adquieren olores desagradables y se deterioran rápidamente. Las frutas y verduras son almacenadas en espacios improvisados, ya que no cuentan con mobiliarios exclusivos para el efecto.
Rocío Figueredo, una de las madres contratadas para el trabajo en la cocina, comentó que desde el principio “exigió” mucho a los representantes de la empresa, ya que la improvisación era una constante.
El primer inconveniente surge con la falta de un contrato con las madres y con el monto del salario que asumieron con las mismas, que sólo sería de Gs. 1.721.000, cuando en realidad según la ley, lo establecido es de 13.800 por hora. “Nosotras estamos trabajando más de 8 horas al día, de lunes a viernes, desde un principio les reclamamos eso, en ese mismo momento ya fui marcada”, refirió.