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Realizan operativos contra la caza de animales silvestres en Argentina

Procedimientos se realizan contra los cazadores de la triple frontera.

Las incursiones de cazadores brasileños en las áreas naturales protegidas de Misiones, provincia argentina ubicada en la frontera con Brasil, se han vuelto cada vez más frecuentes y violentas. Así lo ha señalado el Ministerio de Ecología de Misiones, destacando que el problema ha escalado a niveles alarmantes.

En declaraciones al diario El Territorio, Jorge Bondar, jefe del Departamento de Intendencia del Sistema de Áreas Naturales Protegidas de Misiones, indicó que la situación ya no se limita a la presencia de cazadores aislados, sino que ha evolucionado hacia grupos organizados que operan de manera sistemática. «Estos cazadores son cada vez más violentos y cuentan con armas más poderosas. No se rinden, disparan en cuanto nos ven», afirmó Bondar, enfatizando la gravedad del problema. Además, destacó que, sin el apoyo de armas y chalecos proporcionados por el gobierno provincial, no podrían hacer frente a estas organizaciones criminales.

CONEXIÓN INTERNACIONAL DEL NEGOCIO ILEGAL

Según Bondar, estos grupos no solo cazan por deporte, sino que también forman parte de redes internacionales dedicadas a la venta ilegal de carne de animales sacrificados, tales como jaguares, pumas, venados, monos y dantas. La carne de estos animales es suministrada ilegalmente a restaurantes de la región o, a través de rutas irregulares, es exportada hacia Europa y Asia. Este comercio ilícito representa una amenaza no solo para la fauna local, sino también para la seguridad en las zonas fronterizas.

Las zonas más atacadas por los cazadores se encuentran en las cercanías de los límites de Misiones con los tres estados del sur de Brasil. Las áreas más afectadas son la Reserva de la Biosfera Yabotí, así como los parques provinciales Piñalito, Urugua-í y Horacio Foerster, que albergan una biodiversidad única.

La entrada clandestina de estos cazadores a territorio argentino ocurre principalmente a través de puntos como el río Peperi-Guaçu, que pueden cruzar en moto o a caballo, especialmente durante los períodos de alto caudal. Bondar destacó la complejidad de la situación: “Tenemos casi 200 kilómetros de frontera muy permeable. Dentro de nuestro territorio, estos cazadores pueden adentrarse hasta 15 kilómetros, lo que hace muy difícil rastrearlos y actuar en la selva”, explicó.

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