Los semáforos de Ciudad del Este son utilizados por una estructura de explotación infantil que actúa en las narices de las instituciones que deben garantizar los derechos establecidos de los niños. A lo largo del tiempo cada vez más son los menores que ganan las calles y hacen lo posible para poder sacar una moneda de los automovilistas.
Entre las actividades que son obligados a realizar están, limpiar parabrisas, pedir dinero para comida o para un enfermo y vender algunos productos. Diariamente los menores son obligados a exponerse entre los vehículos que se detienen en los cruces semafóricos, principalmente en los horarios picos. Algunos incluso son alquilados por sus propias familias por un precio semanal o diario.
De acuerdo a los datos que accedió nuestro diario, existiría una red de microtráfico que explota a niños que se encargan de entregar las drogas a los consumidores, principalmente a adictos en situación de calle.
A pesar de las numerosas campañas anunciadas por el Gobierno de lucha contra la explotación laboral infantil en las calles, el negocio ilegal sigue creciendo y apoderándose de la ciudad sin ningún contra tiempo. Lo más criminal del esquema es que las ganancias terminan en los bolsillos de un supuesto líder o jefe que se adueña de los semáforos, cobrando una especie de peaje para que puedan estar en el lugar.
Esta situación demuestra la ausencia total de las instituciones que manejan fondos destinados para el control y protección de los niños, que lejos de ser custodiados están siendo controlados por grupos criminales que operan con tranquilidad.
Los puntos más críticos de explotación infantil son el semáforo del Área 4, del barrio Ciudad Nueva y en Presidente Franco. En uno de los puntos semafóricos un menor incluso fue rescatado porque era víctima de explotación sexual por parte de su propia madre, que se aprovechaba de su condición de discapacidad para prostituirlo.
ESQUEMA PERVERSO SIN CONTROL
Según nuestra fuente, los supuestos explotares recorren los barrios más carenciados en busca de niños en situación de pobreza para supuestamente ayudar a su familia y darles una vida mejor, pero en realidad los obligan a trabajar. En caso de no recaudar la cantidad establecida por el supuesto jefe, son castigados.