
Esta es la historia de superación y pasión de un talentoso artesano. Rigoberto Ferreira perdió la vista de uno de sus ojos hace 15 años, un golpe que lo llevó a replantear su vida. Sin embargo, en lugar de rendirse, decidió abrazar su amor por la artesanía en madera, un camino que ya había comenzado a explorar previamente con cursos sobre diseños gráficos.
Las obras de Rigoberto son verdaderas joyas. En medio del desánimo por el cuadro que atravesaba, surgió la idea de iniciar en artesanía. “Yo estaba bajoneado por lo de mi vista y mi única opción era quedarme en casa, tenía que emplear mis horas y así se inició”, recuerda.
Sobre el proceso de elaboración, explicó que es el resultado de una combinación de diseño arquitectónico, tallado y pintura; lleva un promedio de tres días de trabajo. Ya tenía estudio en diseño arquitectónico, lo que le favorece mucho.
“Había estudiado diseño arquitectónico, pero no ejercía. Trabajo exclusivamente con madera, de distintas variedades, preparo los diseños, los grabo primero y luego la pintura. La gente cree que es fácil, pero no es simple, tiene su técnica. Es un trabajo lento, todo manual, lleva siempre un mínimo de 3 días el diseño”, explica.

VARIEDAD DE ARTÍCULOS
Desde santerías hasta recuerdos únicos, pasando por carteles para estancias, quinchos y tablas para corte de carne, tiene una atractiva colección a la venta. Cada pieza es un reflejo de su dedicación y creatividad. Lo que más sorprende es que no hay diseños iguales, cada creación es única.
“No hay un diseño igual, va cambiando conforme al tipo y corte de madera. Miro cada madera y le busco el lado para saber qué diseño le cabe, cuanto más irregular o desmoldado es mejor, luce bien rústico”.
Por lo general, con la compra de piezas para regalo, surgen posteriormente pedidos más grandes como son los carteles. “Detrás de esas compras vienen pedidos de carteles, son de tamaño significativo. En tanto, para el quincho hay una buena cantidad de productos. Entre los pedidos de diseños, también siempre figuran los de clubes”.
POCO VALOR
Lamentablemente, este tipo de arte no se valora como debería. En países de la región todo tipo de artesanía es respetado, expresó. “La verdad, es muy poca la gente que valora este tipo de trabajo, tratamos de hablarle, de convencerle para que puedan entender. Tengo una hija que estudió Arquitectura y vive en Argentina y comercializa bien allá”.
Uno de los principales desafíos fue decidirse a salir a la calle para vender sus obras, más aún cuando se enfrenta al regateo constante por los precios. “Lo más difícil fue salir a la calle. Al paraguayo le cuesta aceptar el precio, tiende a regatear mucho por el valor de un producto artesano, es como si ya pretendiera que regalemos el trabajo”, confesó emocionado.
Pero a pesar de estas situaciones, Rigoberto se muestra optimista. Por su amor por el arte y su deseo de que se mantenga, anima a otros artesanos a seguir el camino, recordando que, aunque el camino sea difícil por temporada de ventas bajas, es posible vivir de esta actividad. “Es una muy buena vía de empleo”, asegura.
“Hay que estar preparado para las adversidades. En ocasiones, las escasas ventas nos bajonean o hay periodos más críticos, en los que no quieren salir, pero eso hay que saber sobrellevar”.

DETALLES QUE CAUTIVAN
Lo que realmente lo distingue es su compromiso con la originalidad. En su exposición no hay piezas iguales, cada una cuenta una historia y refleja su visión artística. Son opciones perfectas para obsequiar.
La calidad y el detalle de su trabajo son evidentes y cada artículo es una muestra de su amor por la artesanía.
ANÉCDOTA
Rememoró una anécdota, cuando recibió un pedido de un cliente que solicitó la entrega de la pieza para el día siguiente. Con dedicación y esfuerzo, el artesano trabajó arduamente para cumplir con la solicitud, pero lamentablemente el cliente no se presentó ni realizó la entrega por el artículo. Desde entonces, el artesano, se asegura tomar cada pedido con una entrega por el servicio.
“Yo no quería perder el extra, trabajé mucho, terminé el pedido, pero no apareció. No había hecho entrega y desde allí, hasta a mis conocidos le pido entrega”, dijo entre risas.
Con el importante apoyo de su familia, Rigoberto no solo crea obras maravillosas, sino que también se convierte en un ejemplo de lucha y pasión. Su historia es un recordatorio de que, a pesar de los desafíos, el arte puede florecer, ofrecer oportunidades y transformar vidas.