
La guerra fría entre narcotraficantes de la frontera ya se cobró la vida de dos personas esta semana, en evidentes ajustes de cuenta. En cuestión de días dos hombres fueron ejecutados al puro estilo de la mafia en Presidente Franco. En ambos casos los investigadores manejan poco o nada de datos que puedan ayudar a identificar a los autores materiales y morales de los crímenes.
El segundo ejecutado es un trabajador pasero identificado como Rubén Darío Peralta Martínez (45), que regresaba a su vivienda a bordo de su furgoneta Toyota Gran Vía y a pocas cuadras de llegar fue interceptado por un automóvil de color blanco, cuyos ocupantes realizaron varios disparos contra su vehículo. Tras ser herido, el afectado perdió el control de su vehículo y embistió contra la muralla de una vivienda. Vecinos del lugar lo socorrieron rápidamente y lo trasladaron al Pabellón de Emergencias Médicas de Ciudad del Este, pero ya llegó sin signos vitales.
Las primeras diligencias indican que el fallecido trabajaba con el paso de mercaderías a territorio brasileño y para los investigadores el motivo del crimen tiene como trasfondo el tráfico de drogas, por la manera en que actuaron los atacantes. Peralta se convierte en la segunda víctima fatal del enfrentamiento entre narcotraficantes que operan en la región en lo que va de la semana.
El 20 de noviembre pasado, un ciudadano boliviano identificado como Miguel Ángel Matorra Saavedra (45) también fue ajusticiado. El mismo fue torturado y ejecutado, para luego ser arrojado a orillas de un arroyo del barrio Saltos del Monday. El afectado tenía antecedentes por narcotráfico en su país y se encontraba en el territorio nacional ilegalmente. Según versiones no confirmadas, era piloto de avionetas.
Llamativamente, tres días después, otra persona que según los datos de la Policía Nacional podría tener vínculos con Matorra Saavedra, también fue ultimado a balazos por sicarios. Las evidencias y todo lo recolectado en los dos crímenes demuestran que existe una fuerte puja entre organizaciones criminales que buscan no dejar cabos sueltos, procediendo a quemar archivos y ajustando las cuentas de la manera más violenta posible.
Por ahora no existen pistas los autores o mandantes de ambos homicidios ocurridos en un lapso de 48 horas.