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Significativamente manipuladores

La historia nacional está repleta de acciones foráneas que han incidido con fuerza en la vida de paraguayos, motivadas por intenciones de poder, envidia  y codicia de promotores.

Y es así que la manipulación de gobiernos poderosos en los asuntos internos ha sido una constante de tergiversaciones.

Las intervenciones pueden tomar muchas formas, desde la influencia económica y política hasta la intervención militar directa, teniendo profundas implicaciones para la soberanía y el desarrollo de países como el nuestro.

En el caso de Paraguay, su historia está marcada por episodios de intervención extranjera que han desfigurado su destino de una manera abominable, como la Guerra de la Triple Alianza (1864-1870), donde se enfrentó a una coalición infame formada por Brasil, Argentina y Uruguay. Esta guerra devastadora no solo resultó en una enorme pérdida de vidas y recursos, sino que también dejó al país en una posición de debilidad y dependencia frente a sus vecinos más poderosos.

En tiempos más recientes, la influencia de potencias extranjeras se ha manifestado a través de la economía y la política. Las inversiones extranjeras y los acuerdos comerciales, aunque son tenidas como de beneficios económicos, en más de una ocasión vienen acompañados de condiciones que limitan la autonomía de los países más pequeños. Además, la presión política y diplomática siempre es en base a alinearse con los intereses de las potencias más grandes, a veces en detrimento de sus propios intereses nacionales.

Y una de esas manipulaciones también se ve en la forma de apoyo a ciertos líderes o movimientos políticos que favorecen los intereses de las potencias extranjeras. Calificaciones y descalificaciones que apuntan a desestabilizar la política interna  y una visión de selectividad para juzgar conductas corruptas conforme intereses de titiriteros.

Sin entrar en la defensa de nadie, solo el Paraguay puede calificar o descalificar a los suyos en asuntos internos. Jugar con el “chake” para investir o desvestir de honorabilidad a los actores políticos, es parte del sucio propósito de visiones de desviados ofendidos con la negativa a la desculturización de lo no natural.

Hay naciones que en su esencia son significativamente manipuladores, para fines muy, pero muy lejanos a la defensa de la igualdad, la libertad y la fraternidad.

El desprecio a la autodeterminación de los pueblos y a la conservación de su esencia, no debería ser aplaudible por oficialistas ni opositores, pues la intrusión menoscaba hasta los ideales de los forjadores de la patria.

Cada quien con su basura, cada quien con su elección de autoridades, cada quien son su “orgullo”.

Para contrarrestar estos efectos intervencionista, es crucial que todos los países llamados menos poderosos, fortalezcan sus instituciones, promuevan la transparencia, la rendición de cuentas, y busquen alianzas que respeten su soberanía y promuevan un desarrollo realmente equitativo. Prestarse a otros, solo es debido cuando el beneficio es para la generalidad.

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