La justicia social persigue por principio fundamental, la garantía de equidad, la igualdad de oportunidades y la dignidad para todas las personas, independientemente de su origen, género, etnia o situación socioeconómica. En el contexto Paraguay, la lucha por la justicia social se enfrenta a una serie de desafíos que deben ser abordados para lograr un futuro anhelado y tantas veces repetido como objetivo de gobiernos.
Tener un país más justo y equitativo no es solo un deber moral, sino obligación de los líderes y de los componentes de la sociedad.
Paraguay sigue presentando altos niveles de desigualdad económica, con una gran disparidad en la distribución de la riqueza, siendo tan visible esa realidad en la pobreza persistente, especialmente en las áreas rurales, donde muchas comunidades carecen de acceso a servicios tan básicos como educación, y salud.
Aunque se han realizado esfuerzos para mejorar el sistema educativo, aún existen precariedades significativas, que limitan tanto el presente como el futuro de niños, adolescentes y jóvenes.
El sistema de salud pública no salió de la carestía en términos de cobertura y calidad. La falta de infraestructura adecuada, la escasez de personal médico y la limitación de recursos son algunos de los problemas que afectan incluso a la población de áreas urbanas, y ni qué decir en los sectores más vulnerables. Es imposible alcanzar algún tipo de justicia si no se proporciona accesibilidad en asuntos sanitarios.
En el mismo tenor de precariedades, miles de trabajadores enfrentan condiciones laborales inestables, salarios bajos y falta de protección social. La informalidad en el ámbito es alta, lo que limita el acceso a beneficios y derechos laborales fundamentales.
Promover el reconocimiento y la inclusión de las comunidades indígenas en la sociedad paraguaya, es también trabajar en la justicia social. Esto implica garantizar sus derechos territoriales, preservar su cultura y tradiciones, y mejorar su acceso a servicios básicos y oportunidades económicas.
Sin sostenibilidad ambiental tampoco hay justicia, por el contrario, hay abuso que afecta a generaciones enteras.
A pesar de los avances, la desigualdad de género es todo un desafío en Paraguay, con realidades que no acercan a la igualdad contemplada en normativas.
Fortalecer la democracia y la participación ciudadana es esencial para lograr la justicia social, pues mientras se la denigre con falta de transparencia, prime la corrupción y el pueblo no sea escuchado en sus necesidades y reclamos, no habrá gobierno que dé a cada quien lo suyo conforme sus condiciones.
En el marco del Día Mundial de la Justicia Social, es importante reflexionar, pero fundamentalmente actuar ante estos desafíos, trabajando como país para construir una sociedad equitativa. La justicia social no es solo un objetivo teórico, sino un proceso continuo que requiere la colaboración de la sociedad, pues al final es la única vía para el progreso de todos.