Las aprobaciones a ciegas de rendiciones de cuentas de los ejecutivos municipales, por cuestiones de complicidad política, hacen de las corporaciones legislativas meros antros de poca producción y alto costo para la ciudadanía, teniendo en cuenta que dietas, salarios y beneficios salen de los bolsillos de la gente tributante.
Los concejales que no cumplen con el deber de custodiar el correcto uso de los bienes municipales, no sirven para ser representantes ciudadanos. Son meros lacayos del soborno o de la codicia que baja honestidades al subsuelo y deja al descubierto verdaderas faltas de integridades.
No es algo de este tiempo nada más impunidades con aval de juntas municipales, pero lo repetitivo tiene resultados similares de mediocridades, beneficios indebidos para autoridades y agujeros para instituciones.
No solo los intendentes son los sinvergüenzas y ladrones de la cosa pública, sino los concejales municipales que imitando a perros son seducidos por los huesos que son lanzados por sucios jefes comunales para entretener y tenerlos sometidos.
No deja de ser cierto que las mayorías rigen en democracias, pero ¿qué tipo de mayorías son las vigentes? De gente de la misma laya, por lo que no se garantizan transparencias de ninguna manera.
Los legislativos comunales no pueden solo ser estamentos de proteccionismo a intendentes en detrimento de los intereses comunitarios. No es poca cosa el despilfarro de dinero de la gente en nimiedades que no resuelven, ni siquiera tratan los problemas sustanciales de las sociedades.
Sigue rigiendo lo incorrecto como normal, y es así que las ciudades tienen pésimas obras públicas, licitaciones amañadas y paseos turísticos financiados con recursos oficiales, mientras el pueblo padece con caminos intransitables y servicios básicos deplorables.
Gastar 88 millones de guaraníes en logos para “marcas”, y ser llorón para aportar en salud pública, bomberos voluntarios, incumplir promesas de un kilómetro de asfalto por día habiendo adquirido planta asfáltica con recursos ciudadanos para ello, marcan con claridad meridiana despropósitos.
La no inversión correcta, es malversación. Ello no corresponde en una buena gestión municipal. Las denuncias hechas ante la Fiscalía no son meros ataques políticos, pues hay elementos que sustentan imputaciones. Solo motivar jaurías para ladrar contra quienes atinen a apuntar dudosas acciones institucionales con bienes ajenos, no explica mucho de lo hecho.
Ocultamiento y celeridades para analizar lo que dará garantía de correcto actuar, cuanto menos genera suspicacia, que fácilmente sería desechado, si existiera voluntad en hacerlo o en su defecto si se obrase conforme a leyes de manejo en administración pública. Lo demás es solo palabrerío e intento de tapar el sol con un dedo. Las penumbras prevalecen por la ausencia de luz, y cuanto más se coloque entre cuatro paredes lo que debería tener claridad, más se suma en contra de la transparencia.
Las pobres labores de concejales, completan la inmoralidad en la función pública.