Un estado de total abandono y dejadez es lo que se puede observar en el camposanto de la ciudad de Hernandarias. El cementerio municipal está invadido por escombros, malezas, suciedad y mucha basura, juntando un sinfín de alimañas de todo tipo, haciendo que la estadía en el lugar sea un verdadero terror.
Si bien el cementerio no denota una superpoblación, varias tumbas están totalmente destruidas, dejando expuestos no sólo los ataúdes, sino que hasta restos óseos que expiden un olor nauseabundo, invadidos por moscas, arañas y otros insectos. Una de las principales causas de este lamentable escenario es el abandono por parte de los familiares de las personas enterradas en el lugar, ya que una vez sepultados, se olvidan de visitarlos y limpiar el lugar.
Así también se puede constatar que el camposanto sólo recibe una limpieza básica en la entrada principal, no así en el resto del terreno, donde se evidencia el abandono por parte de las instituciones pertinentes, ya que ni siquiera las zonas de las bóvedas que cuentan con pisos de material, reciben algún tipo de higienización, convirtiéndose en potenciales criaderos de mosquitos transmisores de enfermedades.
Pese a que actualmente en el lugar se realizan varias obras, ningún trabajador quiso dar mayores informaciones sobre la desastrosa condición del lugar, asegurando que sólo cumplen con encargos particulares de los familiares de los muertos.
No obstante, los vecinos del cementerio señalaron que a pesar del amurallado completo, siguen sufriendo con la presencia de rateros y adictos en horas de la noche, quienes trepan las vallas y se adentran al camposanto para apoderarse de objetos que posteriormente comercializan, como las placas y crucifijos de bronce. Los mismos no tienen ningún tipo de reparos para profanar tumbas en busca de algo de valor, dejado por los familiares en los panteones. Otros utilizan el lugar para drogarse e incluso realizar cultos satánicos.
Llegamos también hasta el puesto donde en teoría debería estar el encargado del lugar, encontrando una oficina sucia y abandonada, no muy distinta al resto de lugar, con un número de celular y el horario de atención. Pese a nuestra insistencia para hablar con el encargado, no atendió nuestras llamadas.