Muchos dueños de mascotas se sorprenden o preocupan al ver a sus perros comer pasto durante los paseos o en el jardín. Este comportamiento, aunque a veces considerado extraño, es más común de lo que se cree y es objeto de estudio por parte de veterinarios y etólogos (especialistas en conducta animal) en todo el mundo.
Una de las teorías más extendidas es que los perros comen pasto como un método natural para inducirse el vómito, especialmente cuando sienten malestar estomacal. Sin embargo, los estudios señalan que este no es siempre el caso. En realidad, la mayoría de los perros que comen pasto no vomitan después, lo que sugiere que esta conducta podría tener otras explicaciones.
Algunos investigadores proponen que comer pasto es una conducta heredada de sus antepasados salvajes, como los lobos, que ingerían el contenido intestinal de sus presas herbívoras. En este contexto, el pasto podría actuar como un suplemento de fibra o facilitar la digestión.
Otra hipótesis apunta a que los perros simplemente disfrutan del sabor o la textura del pasto, especialmente cuando está fresco y tierno. También puede tratarse de una forma de exploración sensorial o un comportamiento ligado al aburrimiento o la necesidad de estimulación, sobre todo en perros que pasan mucho tiempo en espacios cerrados o sin actividad física suficiente.
Desde el punto de vista veterinario, comer pequeñas cantidades de pasto no suele ser perjudicial, siempre y cuando no esté contaminado con pesticidas o productos químicos. Sin embargo, si el comportamiento es muy frecuente, compulsivo o se acompaña de otros síntomas como vómitos, diarrea o pérdida de apetito, se recomienda consultar con un profesional para descartar posibles problemas gastrointestinales u otras afecciones.
