
Bahía Blanca, una ciudad ubicada en la provincia de Buenos Aires, Argentina, enfrenta una de las peores tragedias naturales de su historia reciente. Entre el viernes y el domingo, lluvias torrenciales provocaron inundaciones devastadoras que dejaron al menos 16 muertos y más de 1.450 evacuados.
Las precipitaciones fueron extraordinarias, registrándose aproximadamente 400 milímetros de lluvia en solo ocho horas, cifra que equivale al promedio anual de la ciudad.
Este volumen de agua desbordó canales y arroyos, anegando barrios enteros y causando daños en infraestructuras, viviendas y caminos.
Entre las víctimas fatales se encuentra Rubén Zalazar, un camionero que perdió la vida al intentar rescatar a dos niñas, Delfina y Pilar Hecker, de 1 y 5 años respectivamente, quienes fueron arrastradas por la corriente y aún se encuentran desaparecidas.
Los equipos de rescate continúan la búsqueda de las menores, mientras que sus familiares y la comunidad mantienen la esperanza de encontrarlas con vida.
Las autoridades locales habilitaron 13 centros de evacuación para alojar a las personas desplazadas, brindándoles refugio, alimentos y atención médica. Además, se desplegaron operativos de rescate para salvar a residentes atrapados y animales afectados por la inundación. La solidaridad de la comunidad se manifiesta en donaciones masivas de alimentos, ropa y otros insumos para los damnificados.
El presidente Javier Milei declaró tres días de duelo nacional en honor a las víctimas y anunció la asignación de 10.000 millones de pesos para las tareas de reconstrucción. Sin embargo, su administración enfrenta críticas por recortes recientes en la Dirección Nacional de Emergencias, lo que, según algunos, pudo haber afectado la capacidad de respuesta ante desastres naturales.