Desde situaciones de emergencia hasta la coordinación en catástrofes, su labor es fundamental para mantenernos informados y seguros. Cada 18 de abril, el mundo celebra el Día Mundial del Radioaficionado, una fecha que rinde homenaje a aquellos apasionados que, a través de sus equipos, desempeñan un papel crucial en la transmisión de mensajes vitales para la sociedad.
La historia de la radioafición se remonta al siglo XX, cuando un grupo de experimentadores aficionados sentó las bases de lo que hoy conocemos como un medio de comunicación vital. Inicialmente, los mensajes se transmitían en código Morse a través de los primeros transmisores construidos en 1900. Con el tiempo, surgieron clubes y asociaciones que formalizaron esta pasión, llevando las comunicaciones a nuevas fronteras.
Sin embargo, el verdadero impulso llegó en momentos cruciales de la historia, como durante la Segunda Guerra Mundial y la era espacial. Durante la década de los 60, los radioaficionados contribuyeron con la creación de satélites, acercando aún más la radioafición al cosmos.
Pero fue con la llegada de la era digital y la expansión de Internet cuando la radioafición experimentó su mayor revolución. La capacidad de mantener contacto directo con astronautas en el espacio abrió nuevas posibilidades, demostrando el potencial de esta pasión para avanzar en la ciencia y la tecnología.
El verdadero impacto de la radioafición se hace evidente en momentos críticos. Cuando los sistemas de comunicación convencionales fallan, los radioaficionados se convierten en la línea de vida, transmitiendo mensajes que pueden salvar vidas. En casos como el rescate en la cueva Tham Luang en Tailandia en 2018, donde un grupo de niños y su entrenador quedaron atrapados, la intervención de un radioaficionado británico y su dispositivo «HeyPhone» demostraron el poder de esta comunidad en situaciones extremas.
Aunque el creador de este dispositivo, Jhon Hey, falleció en 2016, su legado perdura en cada vida salvada gracias a su ingenio. El Día Mundial del Radioaficionado es, por tanto, un recordatorio de la importancia de esta pasión y el impacto que puede tener en el mundo. En un momento donde la comunicación es esencial, los radioaficionados son verdaderos héroes que merecen nuestro reconocimiento y gratitud.
