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Sectarismo mediático

De ninguna manera los medios de comunicación están exentos de posiciones selectivas, con poco de objetividad y con mucho de medias verdades. Y es así que conglomerados de medios nacionales son jueces y parte en muchísimos de los casos que tienen como protagonistas a corruptos, pues sus propietarios son los que lucran con la suciedad de intendentes y cualquier autoridad de estamento que publicite en sus diarios y adquiera sus productos. No es imaginación, sino realidad lamentable, pues las líneas editoriales no concuerdan con la misión y sus periodistas inquisidores de monumentales salarios obedecen a ciegas, sin pudor.

Cuando un medio, el que fuere, no amplía su espectro de información, y solo se centra en martillar a un grupo de malvivientes, obviando la marginalidad igual o peor de otros, es cuanto menos llamativo y peligroso.

La universalidad de visión sobre lo no correcto, es obligación primera de comunicadores. Desequilibrar al extremo posicionamientos mediáticos, asumiendo apoyos a ladrones de la cosa pública y declarando la guerra a otros, no da mucha credibilidad que se diga.

Creerse la reserva moral, pero vivenciar un sectarismo mediático, no tiene nada que envidiar a oficialistas que se someten sin vergüenza a órdenes superiores antes que a deberes constitucionales.

Se adolece también en la comunicación, por lo que lectores, oyentes y televidentes deben sacar sus propias conclusiones antes que asumir como bíblico lo que se dice desde micrófonos o espacios escritos. Para ello, es importantísimo el análisis personal de la sencilla realidad. Existen herramientas que facilitan poder investigar de modus propio, y no casarse con periodistas francotiradores de ocasión.

Direccionamientos siempre existieron, y con fuerte aval de los medios, por lo que no todos persiguen el objetivo de dar a conocer los hechos tal como son, sino tal como convienen a sectores de poder, sean políticos o económicos.

Cuantos más medios de comunicación existan, más posibilidad de ampliar perspectivas se tendrán. Todo monopolio es observable, también en el rubro periodístico, más aún si se tiene noción de quiénes son los propietarios de esos medios. Ni santos y menos paladines de la justicia.

La prensa con poca independencia, denigra la libertad de expresión en su esencia. Cuando el principal objetivo es el lucro, es más fácil colocar la paja en el ojo propio y la biga en el ajeno, al menos en las publicaciones.

El pueblo que tiene capacidad de discernir, obliga a que los medios de comunicación, sean oficiales o privados, tengan perspectivas generales y que el equilibrio sea regla, pudiendo diferenciar a informadores de manipuladores.

Todo medio meramente propagandístico debe ser percibido como tal, el ciudadano debe sacar sus propias conclusiones con los elementos recogidos de los medios, creándose así a miembros de la sociedad debidamente informados y con decisiones conscientes. El rol de los medios es fundamental para romper apariencias de magnanimidad de pillines, y crear consciencia comunitaria. Su degeneración, solo sustenta más de lo mismo.

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